Las especies de ofidios que debemos considerar como de cierto riesgo para la salud son la minoría. Y aún si revisten ese peligro, desaliento la matanza de estos animales (y otros que sufren la misma suerte, como las arañas, indiscriminadamente catalogadas como organismos peligrosos cuando la realidad muestra que tan solo tres géneros de arañas son peligrosas en la República Argentina: Latrodectus (viudas negras), Loxosceles (araña del rincón o violinista) y Phoneutria (araña de los bananos).
El caso de las serpientes en Argentina es parecido, tan solo un puñado de especies tienen potencialidad de generar cuadros de importancia médica (y un número aún menor son las que más cantidad de casos tienen). Las pocas especies que generan casos de ofidismo en nuestro país son las que tienen una distribución más amplia y están presentes en zonas rurales y suburbanas, en las cuales es más posible el encuentro de personas con las serpientes. Además, estas especies presentan un comportamiento agresivo si son molestadas (con o sin intención) y el aparato inoculador de veneno es muy preciso. Estas características son las necesarias para considerar una serpiente como de potencial riesgo. Las especies citadas en Argentina con un veneno de importancia médica que generan la gran mayoría de casos de ofidismo son Bothrops alternatus (Yarará grande) y Bothrops diporus (Yarará chica). Pero también tenemos en el país otras especies potencialmente generadoras de cuadros de relevancia médica: el resto de las especies del género Bothrops (distintas especies de Yarará), la especie Crotalus durissus terrificus (serpiente de cascabel) y las especies del género Micrurus (corales).
La potencial peligrosidad de cada especie (además de lo enumerado más arriba) y de cada caso ofídico en particular también puede variar de acuerdo a otras variables:
1- Naturaleza del organismo atacado: Esto significa que las características físicas de la persona atacada van a ser muy importantes en la evolución de un cuadro de accidente ofídico. Por ejemplo: una persona de mayor talla y peso tiene mayores posibilidades de una mejor evolución; las personas con alguna afección en el sistema inmune representan mayor riesgo, así como un niño o un anciano también serían más susceptibles.
2- Inoculación previa: Si el ofidio se alimentó con poca antelación al momento de la mordida a la persona, la cantidad de veneno inoculado muy posiblemente sea menor a una mordida en una condición ideal para la serpiente en la cual el animal haya tenido tiempo para la regeneración del veneno y no se vea afectada el volumen del mismo.
3- Mordida seca: La serpiente puede regular la cantidad de veneno a inocular, de tal forma que podría ocurrir que ante un contacto (accidental o no) con el ofidio, este pueda realizar una mordida de advertencia sin inocular veneno. En el caso que uno siga intentando molestar a la serpiente, el siguiente ataque muy probablemente sea con inoculación de veneno, ya que se sentirá claramente agredida.
Cuando una persona y una serpiente se encuentran, lo normal es que esta última trate de pasar desapercibida o escapar si se le da la posibilidad. Por lo general, las serpientes sólo muerden cuando son pisadas o manipuladas, cuando se ven sorprendidas por un movimiento repentino y no pueden huir o cuando no se hace caso a su posición defensiva y la persona se acerca demasiado superando el umbral defensivo del ofidio. Resulta peligroso atravesar áreas poco conocidas (pajonales, bosques, selva, zonas inundadas, etc.), especialmente por la noche, así como trepar por rocas o árboles, o caminar en zonas donde puedan ser poco visibles por la presencia de hierba alta, desniveles en el terreno u oquedades. Otra práctica de riesgo es introducir las manos en huecos de árboles, cuevas, nidos o fogones abandonados, levantar piedras o troncos sin tomar los recaudos necesarios, así como intentar cazar o tomar serpientes con las manos cuando parecen muertas. Es peligroso hostigar a una serpiente o manipularla.
En las áreas ofidiógenas, se aconseja (tomado y modificado de Cita 11):
• No salir al campo sin zapatos y ropa adecuada: Para caminar por la hierba alta o en la maleza lo mejor es llevar pantalón de loneta, con botamanga ancha, botas altas de cuero o goma gruesa por debajo de los pantalones, o usar polainas.
• No acercarse a las serpientes. Si no es posible alejarse a tiempo, abstenerse de hacer movimientos bruscos.
• No tocar nunca a una serpiente, ni siquiera aunque parezca muerta. Algunas se quedan inmóviles para que no las ataquen.
• Tener precaución al atravesar áreas poco conocidas (pajonales, bosques, zonas inundadas, sendas, etc.).
• Cuando se va a realizar una actividad en un área ofidiógena, informarse sobre las serpientes venenosas locales consultando con alguien conocedor. Aprender a distinguirlas y saber dónde pueden encontrarse. La mayor parte de ellas vive a nivel del suelo en cuevas, bajo rocas, troncos o arbustos.
• Tomar mayores precauciones por la noche, ya que es cuando algunas especies potencialmente peligrosas desarrollan su mayor actividad.
• Los niños pequeños deben ser llevados en andas al atravesar zonas con potencial presencia de ofidios.
• En zonas con ofidios, colocar en las aberturas de las casas alambre tejido o similares a fin de impedir la entrada de los ofidios (y otros organismos) al domicilio.
• No levantar piedras o troncos con las manos desprotegidas, ni meter la mano o el pie en agujeros del terreno, en huecos de árboles, cuevas, nidos y fogones abandonados. Antes de pasar sobre un tronco o roca examinar bien el otro lado por si hay serpientes y, si es posible, tantear con un palo.
• Mantener el espacio peridomiciliario con pasto corto, libre de malezas y residuos que puedan generar refugio y atraer roedores que constituyen uno de los alimentos de muchas especies de serpientes.
• No dormir en el suelo. Durante el sueño la persona podría colocarse sobre una serpiente al cambiar de postura, ya que las serpientes podrían acercarse guiadas por el calor corporal.
• En el caso de Micrurus, tener cuidado al trabajar en el suelo, realizar pozos o cavar zanjas, sobre todo al levantar trozos de tierra. Tener especial cuidado con los niños ya que son atraídos por sus colores vivos y su falta de agresividad.
Tipos de accidentes en la República Argentina:
Los siguientes párrafos son tomados de la Guía de prevención, diagnóstico, tratamiento y vigilancia epidemiológica de los envenenamientos ofídicos, producido por el Ministerio de Salud de la Nación (Cita 11). Este texto está redactado por un comité de especialistas en toxicología del Ministerio de Salud, Hospital de Infecciosas “F. J. Muñiz”, el Instituto Nacional de producción de Biológicos (ANLIS) “Dr. Carlos Malbrán” y de la Universidad de Buenos Aires. Por la naturaleza médica y potencialmente vital de la información, considero importante retratar fielmente (realizando modificaciones menores para mejor entendimiento de lectores que no relacionados estrictamente con la biología o medicina) los datos aportados por los especialistas en este apartado, en el cual se muestran los tres tipos de cuadros ofídicos que pueden presentarse en la República Argentina. Para ampliar información, se puede acudir al trabajo citado donde se explaya en todas las aristas relacionadas a los accidentes ofídicos.
Accidente Bothrópico: Es el accidente producido por la inoculación de veneno por parte de las diferentes especies de Yarará (Bothrops sp.).
Acción del veneno: El veneno de las Bothrops posee numerosos componentes tóxicos que actúan sobre diferentes sistemas y tejidos cuya combinación de efectos es responsable del cuadro clínico que se observa y describe abajo. Se describen cuatro acciones principales:
– Inflamatoria aguda (potencialmente necrotizante): por destrucción celular directa, destrucción de la matriz extracelular y tejido muscular, e indirectamente por isquemia, activación y/o liberación de mediadores de procesos inflamatorios que se producen por la acción de diferentes componentes del veneno.
– Coagulante: por la transformación de fibrinógeno a fibrina mediante la activación de factores de coagulación, de la trombina y otros mecanismos de acción trombina–símil. Paradójicamente, esta actividad coagulante conduce a la incoagulabilidad sanguínea (una de las actividades más destacadas del envenenamiento por Bothrops sp.) debido a la afibrinogenemia por consumo que se produce. La actividad coagulante también puede desencadenar un fenómeno de coagulación intravascular diseminada (C.I.D). Adicionalmente, distintos componentes del veneno pueden actuar sobre las plaquetas afectando la hemostasia.
– Vasculotóxica: degrada la matriz extracelular, estructuras vasculares, lesiona los endotelios y aumenta la permeabilidad vascular provocando la rexis.
– Hipotensora: produce activación de sistemas hipotensores mediados por calicreína-bradiquinina y bloquea la acción de la enzima convertidora de angiotensina, lo cual conjuntamente a la hipovolemia producida por las hemorragias puede conducir al colapso circulatorio irreversible.
Cuadro Clínico: El veneno de las Bothrops produce un cuadro clínico con alteraciones locales y sistémicas compatible con un síndrome histotóxico – hemorrágico – hipotensivo que puede conducir a la muerte. Si bien el veneno de las distintas especies de Bothrops no es idéntico, el envenenamiento se traduce en un cuadro clínico similar:
-Manifestaciones locales: los signos locales comienzan inmediatamente tras la inoculación del veneno: inflamación, dolor muy intenso, edema que no deja signo de Godet, equimosis, ampollas de contenido serohemático y se observa la impronta de los dientes inoculadores del animal (uno o dos). En el transcurso de los días puede progresar a la necrosis en un porcentaje pequeño de casos, produciéndose una escara que al desprenderse deja una úlcera de evolución tórpida. La necrosis también puede ser profunda con pérdida de gran extensión de tejido muscular, llegando en algunas ocasiones, sin el tratamiento adecuado, a producirse la pérdida de extremidades. Potenciales secuelas invalidantes son la amputación de falanges o de todo un dedo o cicatrices retráctiles con alteración anátomo-funcional del área comprometida.
-Manifestaciones generales: los signos sistémicos tienen un período de latencia de aproximadamente 30 minutos y consisten en trastornos de la coagulación sanguínea hasta incoagulabilidad, que se traducen en alteraciones en el coagulograma (tiempo de coagulación, tiempo de protrombina) con o sin hemorragias (gingivorragia, epistaxis, hematemesis, melena, hematuria, etc.). Pueden existir otras manifestaciones generales como: epigastralgia, náuseas, vómitos, taquicardia, hipotensión, que en muchas ocasiones son premonitorias de la evolución al choque circulatorio. Puede existir compromiso renal que se traduce en disminución de la diuresis y alteraciones hidroelectrolíticas. Puede evolucionar a insuficiencia renal aguda sobre todo si el manejo terapéutico no es adecuado y la administración de antiveneno se retrasa.
Accidente crotálico: Es un síndrome neurotóxico, miotóxico y coagulante, potencialmente letal, que se produce por la inoculación del veneno de ofidios de la Familia Crotalidae, especie Crotalus durissus terrificus (“cascabel”, “mboi-chiní”). Esta especie que está presente en la República Argentina posee un veneno distinto a las especies de norte y centroamérica, que tienen un veneno que producen accidentes similares al Bothrópico y por lo tanto, hay que ser precavido al hallar recomendaciones para el tratamiento antiofídico proveniente de aquellas regiones.
Acción del veneno: El veneno tiene tres acciones principales.
– Neurotóxica: por acción presináptica en las terminaciones neuromusculares inhibiendo la liberación de acetilcolina (Ach), lo que da origen a parálisis motoras de tipo flácido.
– Miotóxica: produce lesiones de fibras musculares esqueléticas (rabdomiólisis). La mioglobina liberada y excretada (mioglobinuria) produce la coloración oscura de la orina típica de este envenenamiento. La precipitación de mioglobina en los túbulos renales puede conducir a insuficiencia renal aguda.
– Coagulante: alrededor de la mitad de los envenenamientos pueden coexistir con alteraciones de la coagulación por componentes coagulantes que producen desde prolongación del tiempo de coagulación hasta incoagulabilidad sanguínea por consumo de fibrinógeno; el veneno puede también causar agregación plaquetaria.
Cuadro clínico: El paciente puede presentar un síndrome neurotóxico, miotóxico y coagulante.
+ Manifestaciones locales: los signos locales son mínimos y se caracterizan por eritema leve, acompañado o no de discreto edema a nivel del sitio de introducción de los dientes inoculadores. En este caso no hay dolor, inclusive puede haber hipoestesia o anestesia de la zona mordida.
+ Manifestaciones generales: aparecen rápidamente y pueden presentarse visión borrosa, diplopía, anisocoria, disminución de la agudeza visual, ptosis palpebral (facies miasténica), dificultad para hablar, mialgias y oscurecimiento de la orina (mioglobinuria). Aproximadamente la mitad de los casos pueden presentar trastornos de la coagulación sanguínea hasta incoagulabilidad y manifestaciones generales como náuseas, vómitos, sudores, somnolencia, inquietud o agitación. En envenenamientos graves pueden producirse parálisis respiratoria e insuficiencia renal aguda. Los signos y síntomas neurológicos se mantienen alrededor de dos semanas y desaparecen gradualmente sin dejar secuelas aparentes.
Accidente elapídico: Envenenamiento grave que se produce por la inoculación de veneno de las especies de ofidios de la familia Elapidae, género Micrurus (“coral”)
Acción del veneno: El veneno tiene una acción predominantemente neurotóxica debido a la presencia de neurotoxinas. Las toxinas de la mayoría de las especies de Argentina actúan a nivel post-sináptico, y solo las de M. corallinus actuarían a nivel pre y post-sináptico. A nivel post-sináptico bloquean la unión de la acetilcolina (Ach) a los receptores colinérgicos nicotínicos en la placa neuromuscular (efecto símil-curare). A nivel pre-sináptico inhiben la liberación de la Ach de las terminaciones nerviosas (sólo M. corallinus).
Cuadro clínico: La sintomatología corresponde a un síndrome neurotóxico de aparición precoz, generalmente dentro de la primera hora de ocurrida la mordedura. Se pueden presentar:
Manifestaciones locales: son mínimas, con escaso dolor, edema leve y habitualmente presenta parestesias.
Manifestaciones generales: se caracterizan por el compromiso neuromuscular, motor y sensitivo, que progresa desde el sitio de la mordedura con parálisis de los músculos faciales, faringolaríngeos (crisis de sofocación, sialorrea, disfagia), oculares (ptosis palpebral, oftalmoplejía, anisocoria), causando facie miasténica y puede ocurrir parálisis de los músculos intercostales y el diafragma. La parálisis de los músculos respiratorios puede llevar a la insuficiencia respiratoria y la muerte. Hasta la fecha no se han descrito en humanos alteraciones de la coagulación, ni lesiones locales, ni miotoxicidad, ni mioglobinuria provocadas por su mordedura.
Para ampliar más este apartado de ofidismo, recomiendo ir a la fuente oficial de gran parte de lo escrito aquí, que es la Guía de prevención, diagnóstico, tratamiento y vigilancia epidemiológica de los envenenamientos ofídicos, producido por el Ministerio de Salud de la Nación (Cita 11) y que está disponible en formato PDF en forma libre para la descarga. Allí habrá muchos más datos para dilucidar cualquier duda que pueda surgir en el transcurso de la lectura de este texto.