Apostolepis assimilis (Reinhardt, 1861)
Si bien presenta una lista sinonímica, no se ha utilizado otro nombre en la bibliografía reciente.
Nombre común: Falsa coral subterránea roja.
Longitud: Alcanza aproximadamente los 50 centímetros de largo.
Descripción: Es una culebra relativamente pequeña. Su cuerpo es subcilíndrico y delgado. La cola representa entre un 10 y 14% del largo total del cuerpo. Su cabeza es redondeada, con el hocico corto y romo, y está poco diferenciada del cuello. Ojo pequeño. Como característica del género, entre la escama rostral y la frontal, hay solo dos placas (escamas prefrontales), son 4 o 3 en la mayoría de las culebras estudiadas (Cita 94). Escama rostral algo más ancha que larga, apenas visible desde arriba. La escama nasal es única y está perforada por el orificio nasal, y no está en contacto con la preocular, generando que se contacten las prefrontales con las supralabiales. Sin escama loreal. Presenta una o dos escamas postoculares. Las escamas temporales anteriores no están presentes, y tiene una escama temporal posterior. Las escamas supralabiales están en número de 6 (la segunda y tercera en contacto con el ojo, y la quinta con la parietal) y las infralabiales son 7, que están en contacto con dos pares de geneiales subiguales. Las primeras infralabiales están en contacto por debajo de una escama mental muy pequeña. Las escamas dorsales están en número de 15 hileras. Las escamas ventrales varían entre 236 a 267 en machos y 246 a 270 en hembras. Tienen entre 31 y 39 escamas subcaudales en machos, y entre 25 y 31 en hembras. La placa cloacal está dividida.
Dentición y veneno: Presentan dientes de tipo glifodontes opistoglifodontes. Sus maxilares son cortos y tienen pocos dientes, primero macizos y luego de un breve diastema, dos dientes acanalados (con canal anterior a lateral) bastante grandes para la inoculación de veneno (cita 101). No se sabe mucho sobre la toxicidad de su veneno.
Coloración: El cuerpo es de tonalidad rojiza o anaranjada. La parte anterior del hocico es blanca, hasta la base de la escama frontal y las supraoculares. Por detrás de ese límite, la cabeza es negra, llegando hasta detrás de las escamas parietales e incluyendo los lados de la garganta. Una banda negra cruza de forma oblicua desde arriba (posterior) hacia abajo (anterior), abarcando el ojo, la segunda y parte de la tercera escama supralabial (el resto de la tercera, la cuarta y parte de la quinta forman una mancha blanquecina). Por detrás de la cabeza se forma un anillo blanquecino con un grosor de 2 a 3 escamas, atrás del cual se dispone otro anillo de grosor similar, pero de color negro. El tercio posterior de la cola es de color negro, algo más claro en la faz ventral. El vientre tiene una tonalidad blanquecina. Existen ciertas variaciones de coloración general a lo largo de la distribución en América del Sur, cuyas principales diferencias se dan en la región cefálica y el cuello (Cita 100).
Comportamiento: Son culebras no agresivas. No representan un peligro para las personas. Incluso su tamaño haría muy difícil la mordida a un ser humano.
Biología: No se sabe mucho sobre esta especie. Sus hábitos son principalmente fosoriales y nocturnos. Serían principalmente ofiófagas, predando sobre pequeñas culebras, culebras ciegas (Scolecophidia) y anfisbenas. También se alimenta de invertebrados y larvas que puede hallar en su hábitat, como lombrices. Son ovíparas, con puestas de huevos largos y pegados entre ellos, similares a los de las corales (género Micrurus). Se han registrado posturas de huevos del género Apostolepis en hormigueros (Cita 101).
Distribución: Los ejemplares provenientes de nuestro país fueron recolectados por Serié en 1915, y sus datos de colección indican “Chaco” como su lugar de colecta, aunque en aquella época se solía denominar así a una amplia zona del país, principalmente las provincias de Chaco y Formosa. El norte de Argentina sería el límite sur de su distribución.
Estado de conservación: Insuficientemente conocida. No se tienen datos recientes de hallazgos, y sus datos biológicos no son muy conocidos. Un potencial reproductivo desconocido (quizá ese potencial es relativamente bajo) y sus ambientes en seria declinación por usos humanos harían que su estado de conservación no sea bueno.